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Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.




Conocer Vs Saber (en forma de diálogo platónico)



AIMARUS. - Hoy hablaremos sobre el conocimiento y la sabiduría.
CRITÓN. -¡Ah!, ¿pero no son lo mismo?
AIMARUS. -No, querido Critón, lejos dista el uno del otro, aunque cercanos sean los conceptos que de ellos se tienen.
CRITÓN. -Explícate mejor, pues mi entendimiento ansía diferenciar estos dos conceptos que hasta ahora creía que eran uno.
AIMARUS. -Con mucho gusto hallaremos la respuesta a ello, entre los dos, investigando paso a paso hasta resolver dicha diferenciación. Comencemos con la siguiente cuestión: ¿Quién es el que sabe?
CRITÓN. -¿Un sabio?
AIMARUS. -Correcto. ¿Y quién es el que conoce?
CRITÓN.- ¿Un conocedor?
AIMARUS. -Podría ser, mas llamémosle erudito. Erudito es aquel que conoce muchas cosas, bien sea de una o de varias materias. En cambio sabio es aquel que sabe algo, bien sea mucho o poco, pero sabe.
CRITÓN. -Ya veo... Pero sigo sin entender bien que diferencia hay entre conocer y saber.
AIMARUS. -No te apures, excelente Critón, pues la duda que ahora te acecha es muy común incluso entre los muy inteligentes. Ea, sigamos investigando:
>>El conocimiento procede de la mente, al igual que el entendimiento. Nosotros conocemos aquello que está en nuestra mente en forma de memoria, pues si no lo recordamos, aunque alguna vez lo hayamos aprendido, lo desconocemos. La mente puede recopilar una ingente cantidad de datos, podemos conocer muchas cosas, haber leído cientos de volúmenes de temas diversos y por ello creernos que sabemos mucho. Pero, convendrás conmigo en que aquel que ha leído mucho no puede considerársele como sabio, ¿no es cierto?

 
CRITÓN. -De cierto que no.
AIMARUS. -Bien. Como ejemplo, había una vez un erudito en natación que lo “sabía” todo sobre la natación. Había leído cientos de compendios de natación y había incluso él mismo escrito libros de natación y dado charlas públicas sobre natación. Sucedió que, un día, yendo de Esmirna a Eritrea en una trirreme, el pobre erudito cayó al agua en un golpe de mar, y para sorpresa de todos, murió ahogado porque no sabía nadar. Conocía todo sobre la natación sí, pero no sabía nadar. ¿Me vas entendiendo?
CRITÓN. -¡Vaya, que curioso! Sí, creo que te voy pillando... El conocimiento es sólo teórico, en cambio la sabiduría es experimental.
AIMARUS. -Eso es exactamente. Uno puede conocer muchas cosas, pero no implica que las sepa. Para saberlas es menester experimentarlas, es necesario integrarlas en uno mediante la experiencia. El conocimiento es meramente mental, la sabiduría en cambio se hace tangible, se hace real. El conocimiento proviene de la mente, la sabiduría empero del corazón. De nada sirve conocer sin saber. ¿De cuántos conocimientos inútiles poblamos nuestra mente? ¿Cuántas cosas sabemos realmente? ¿El fuego quema, querido Critón?
CRITÓN. -¡Vaya pregunta! ¿Desde luego que quema, eso lo sabe todo el mundo?
AIMARUS. -¿Sí, tu crees? ¿Te has quemado alguna vez? ¿Has comprobado en tus propias carnes que el fuego quema?
CRITÓN. -Ya entiendo por dónde vas. Sí, una vez de pequeño me quemé una mano con un tizón ardiendo.
AIMARUS. -Entonces, amigo, puedes afirmar que sabes que el fuego quema. Y ahora dime, ¿es doloroso perder a un hijo?
CRITÓN. -De seguro ha de serlo, y muy doloroso además... No creo que haya nada más doloroso de hecho en este mundo que perder un hijo.
AIMARUS. -¿Y cómo lo sabes?
CRITÓN. -Bueno... lo supongo, entiendo que ha de serlo a pesar de que por fortuna nunca he perdido uno.
AIMARUS. -Tú lo has dicho, no lo sabes, pero como ser inteligente que eres, mediante una reflexión puedes deducir que es doloroso. He ahí la diferencia entre saber y conocer. Por tal motivo la sabiduría es la experiencia misma de las cosas, y esta se va depositando en el corazón a modo de conocimiento verdadero, de conocimiento vivo. Lo que hemos vivido se vuelve nuestro, ya no es algo que “haya oído”, que “haya leído” o me “hayan dicho”; es algo que yo sé.
CRITÓN. -Ya veo...
AIMARUS. -Es necesario vivir experiencias e integrarlas para que se conviertan en el lenguaje del corazón: la sabiduría.
CRITÓN. -Creía que el lenguaje del corazón era el amor.
AIMARUS. -¿Y qué es el amor sino sabiduría orientada al prójimo? ¿Puede amar acaso alguien que no es sabio? ¿Cómo se puede amar aquello que no se conoce? Es más, por lo general tememos y odiamos aquello que no conocemos. Sólo la sabiduría nos hace comprender y amar a los demás, porque vemos en ellos lo que hemos vivido en nosotros; vemos nuestra propia experiencia reflejada en ellos. Ama mucho quien mucho sabe.
CRITÓN. -Esto no lo veo tan claro.
AIMARUS. -La sabiduría otorga comprensión, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ver tu experiencia reflejada en la suya, y a raíz de esto surge ese afán en el pecho por colaborar en que esa persona esté mejor y sea más feliz; comprendemos su dolor porque nosotros previamente hemos experimentado un dolor similar, en algún momento de nuestra vida, y surge un innato interés en ayudarle. El amor es a la sabiduría, lo que el perfume a la flor, cuando hay sabiduría, el amor es su consecuencia natural, por tal motivo, desde tiempos inmemoriales se asocian el amor y la sabiduría cual caras indisolubles de una misma moneda.
CRITÓN. -Te voy perdiendo Aimarus, tus palabras comienzan a resultarme ininteligibles.
AIMARUS. -No te preocupes, no pasa nada. No te creas nada, no des nada por hecho, no cedas a la suposición. Simplemente vive, vive plenamente tu vida con la conciencia afilada; observa bien todo lo que te pasa para que pueda ser integrado en tu corazón en forma de sabiduría, y que con el tiempo y las experiencias acumuladas, pueda decirse de ti que eres un hombre sabio.
CRITÓN. -“Sólo sé que no sé nada”. ¿Es este el primer peldaño de la sabiduría tal como decía el sabio Sócrates?
AIMARUS. -Sí, ser conscientes de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber. Realmente sabemos muy poco comparado con lo que conocemos. El otro paso es permanecer muy conscientes de todo lo que nos sucede y tratar de aprender de todo. Lo siguiente es darles una salida útil a dichos conocimientos.
CRITÓN. -Ya puestos, dime: ¿cuál es el conocimiento más importante de todos?
AIMARUS. -Aquello que una vez conocido, hace que sea innecesario saber nada más.

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