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Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.




LA FELICIDAD


¿Qué es lo que queremos conseguir en esta vida? ¿Cuál es nuestra aspiración? ¿Qué nos empuja a emprender acciones para mejorar? ¿Qué es lo que buscamos?

Ya os lo digo yo: la felicidad.


La felicidad


Todos los seres humanos (salvo algún depravado, que también los hay), lo sepamos o no, tratamos de dirigir el barco de nuestra vida hacia un puerto llamado felicidad. Otra cosa es que lo consigamos o no, pero esa es la aspiración material del ser humano. Otro día ya hablaremos de la meta del alma, que es la Realización.

Así, todas nuestras acciones llevan como aspiración el ser felices algún día. Por eso buscamos un oficio, un empleo, un hogar, una pareja, una familia, unas amistades, unas comodidades materiales..., para intentar ser felices; y digo "intentar" expresamente.

El deseo impulsa nuestras acciones, y nos hace apegarnos y buscar aquellas situaciones que nos producen bienestar, y nos hace alejarnos de aquellas que nos producen dolor e inseguridad. El deseo no es malo, siempre y cuando esté bien dirigido y no condicione nuestra mente.

En esta sociedad de consumo en la que vivimos, totalmente superficial, y manipulada hasta el extremo por las élites que dirigen el mundo, lo que impera es la ley del deseo. Perseguimos el objeto de nuestro deseo, cual conejos tras una zanahoria, ciegos y alentados por los demagogos que impulsan nuestra acción.

Constantemente nos bombardean a través de los medios de comunicación con mensajes subliminales y no tan subliminales, que unidos a la inherente naturaleza pasional del ser humano, hacen que nuestra vida sólo tenga sentido si conseguimos bienes materiales y afectivos, acorde a los cánones de la sociedad. Sólo soy feliz si tengo; sólo estoy bien si consigo satisfacer mis deseos. He aquí la trampa; he aquí el camino directo hacia la infelicidad.

Un deseo sólo tiene tres salidas posibles:

1. Que sea satisfecho.

2. Que sea parcialmente satisfecho.

3. Que no sea satisfecho.



En el primer caso logramos una "felicidad transitoria", un estado de euforia y satisfacción, que pronto se ve apagado, pues la naturaleza del deseo es desear; y cuando un deseo es satisfecho, este se reemplaza por otro. Si deseaba un deportivo rojo, y lo consigo, al poco tiempo comenzaré a desear un barco amarrado en el puerto. Si deseo un piso, y lo consigo, al poco desearé una casa en el campo. "Y hasta que no lo consiga no seré feliz"; y de hecho, por esta vía nunca seremos felices, pues siempre habrá algún deseo que satisfacer.

Si el deseo es parcialmente satisfecho, queda un sabor agridulce: "Bueno, podría ser mejor...". "Sí, no está mal...". "Quería un deportivo rojo, pero he conseguido un utilitario azul". "Quería un piso de propiedad, pero sólo he logrado un piso de alquiler". "Quería la pareja perfecta... pero...". El camino de los deseos parcialmente satisfechos lleva directo a la insatisfacción.

Y por último, están los deseos no satisfechos, en los cuales no conseguimos nada de aquello que deseamos, y por consiguiente, surge la frustración.

Esto es lo que nos vende la sociedad: deseos, deseos y deseos... "Y sólo serás feliz cuando obtengas lo que deseas". ¿Veis dónde lleva el camino del deseo? En los tres casos, inexorablemente, lleva hacia el sufrimiento.

¿Cómo ser felices entonces? ¿Qué hacer para hallar la tan ansiada felicidad? Vivir el momento presente. Desear lo que la vida te ofrece en cada momento, esa es la clave. No lo que te gustaría, sino lo que la vida te va poniendo delante en cada momento. ¿No te gusta? Pues se inteligente, domina tu deseo, y haz que te guste. Eso no significa que haya que ser conformista y no luchar por algo mejor, en absoluto; simplemente se trata de vivir con la menor insatisfacción y frustración posibles, y para ello es imprescindible dominar nuestro deseo en cierta medida.

¿Cual es el requisito imprescindible para lograr esto? La paz interior. Allí donde hay paz interna, las mareas del deseo no tienen poder. La paz interior nos permite tomar las riendas de nuestra vida, el timón de nuestro barco, y dirigirlo hacia el puerto de la felicidad, no sin pasar adversidades, que nadie se engañe. No es fácil este camino. Después de la paz interior, ha de venir la claridad mental, ese estado de visión transcendente que hace ver las cosas en su conjunto, y darle a cada cuestión la importancia que merece.

¿Cómo lograr paz interior?
Hay muchas formas, pero evidentemente voy a recomendar la práctica del yoga. El yoga nos permite construir los cimientos para que esa paz se de, y posteriormente se pueda asentar esa claridad mental, ese discernimiento que será la clave para llegar a esa tan deseada meta llamada felicidad.


"Cuando los Dioses quieren castigar a los hombres,
les conceden todos sus deseos"

Rig Veda

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